Desde la llegada del coronavirus a España, estamos sometidos a una avalancha diaria de datos.

En principio, todos los datos son útiles, pero es clave elegir aquellos que responden mejor a las preguntas que nos hacemos y, obviamente, hacer las preguntas correctas.  En MAS Consulting hemos repasado los indicadores más generalmente utilizados para informar sobre el desarrollo del coronavirus y algunos que se están ignorando equivocadamente.

1.Los datos totales solo pueden crecer. Los totales de contagiados, recuperados y fallecidos abren cada día las informaciones sobre la pandemia. Son obviamente datos relevantes, pero pueden llevar a interpretaciones equivocadas si el foco se pone exclusivamente en ellos. Ofrecen una fotografía realista de la magnitud de la enfermedad y útil para saber qué ha pasado, pero poco intuitiva y manejable para tratar de anticipar la tendencia futura. Hasta que no deje de haber contagios, las cifras no harán sino crecer.

2. Monitorear el crecimiento, pero en términos absolutos y términos relativos. En numerosos medios de comunicación y otras fuentes de información se presenta la evolución de la pandemia en escalas lineal y logarítmica. Ambas son útiles.

Las gráficas en escala lineal muestran la evolución de casos confirmados, hospitales, fallecidos, etc. en un periodo y en número de personas. Sin embargo, son poco ilustrativas cuando las variables se mueven en un rango amplio de valores. Si se observan estos gráficos, da la impresión de que, al principio, la expansión es mínima, hasta que alcanza un punto en el que tiene un crecimiento explosivo.

En España, por ejemplo, a los cinco días de iniciarse la epidemia, había 400 casos confirmados y, 30 días después, la cifra alcanza casi los 95.000. En escala lineal la representación de los datos da la impresión equivocada de que en los primeros 10 o 15 días de la enfermedad el número de contagios no aumenta, a pesar de que el porcentaje de crecimiento diario de los casos superaba el 50%. Para evitarlo, se utiliza una escala logarítmica, que muestra las tasas de crecimiento en términos relativos.

3. La tasa de contagio. Uno de los datos más relevantes es la tasa contagio, conocido en epidemiología como número R0, que mide el promedio de casos nuevos que genera un caso confirmado en un periodo de tiempo. Es un dato clave para medir la agresividad de la epidemia. En España la tasa se situaba en torno a 4 contagiados por portador del virus, pero en la actualidad se sitúa en 1,7 y desciende en una décima cada día.

4. Datos por habitante. Para comparar la incidencia del virus en distintos países, los datos en términos absolutos no son válidos, por lo que deben utilizarse datos de contagios, hospitalizados o fallecimientos por 1.000 o 10.000 habitantes.

En estas comparaciones entre territorios es importante también medir la evolución de la enfermedad desde el día en el que se desata la epidemia en cada uno de ellos y no desde una fecha calendario igual para todos. Se considera como fecha de inicio de el día en la que se alcanzan los 100 casos confirmados.

5. Test, test, test. El pasado 16 de marzo, el director general de la Organización Mundial de Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, lanzaba “un mensaje sencillo a todos los países: test, test, test”.

Las diferentes políticas de diagnóstico son el principal factor distorsionador de las estadísticas sobre el coronavirus. Hay unanimidad en que el número oficial de afectados en España está infravalorado por la decisión, luego corregida, de limitar los tests y, posteriormente, por la escasez de kits de diagnósticos. Frente a los 94.417 contagios confirmados por el Gobierno español a 31 de marzo, el Imperial College de Londres estima que a esa fecha el número de contagiados supera los siete millones.

La escasez relativa de pruebas diagnósticas no sólo subestima el número de contagios, sino que también desvirtúa las tasas de mortalidad y de contagio, que en el caso español superan por mucho al de otros países.

6. La capacidad del sistema sanitario. Entre el aluvión de datos que se publica, hay uno de vital importancia que no recibe la atención que se merece: el número de camas en las UCI con respiradores. Este dato es esencial porque mide la capacidad de absorción de pacientes graves por parte del sistema sanitario.

La capacidad limitada de estos equipamientos es “LA” métrica que indica la probabilidad de colapso del sistema y “LA” razón por la que es tan importante aplanar la curva, como tanto se escucha estos días.

Los datos no son alentadores. En España en 2018 había 4.267 camas de UCI, según los últimos datos disponibles del Ministerio de Sanidad y a 31 de marzo han ingresado 5.507 pacientes de covid-19 en ellas.

En un estudio de McKinsey publicado esta semana, se estima que es necesario aumentar las camas de UCI entre 4 y 5 veces en los EE. UU. Para hacer frente a las necesidades que va a generar la pandemia.

Por Juan Ignacio Güenechea, consultor.