La Presidencia sueca de la Unión Europea, que comenzará el próximo 1 de enero y durará seis meses, tendrá que hacer frente a una Europa desgastada, con una crisis energética que se agrava cada vez más con la llegada de las temperaturas frías en invierno, la desbocada subida de los precios y la acuciante crisis migratoria entre los países del sur, agravada tras la llegada de más de 700 migrantes al puerto de Italia en las últimas semanas. Todo ello con la guerra en Ucrania como telón de fondo.
El Gobierno del primer ministro Ulf Kristersson, una coalición tripartita conservadora liderada por el Partido Moderado, tiene por delante un reto de gran magnitud y se ha marcado una agenda proactiva “para reforzar la competitividad de la UE”, cuyos principales retos son los siguientes:
- Mediar para la ejecución de futuros paquetes de medidas contra Rusia con motivo de la guerra en Ucrania. La Presidencia sueca desempeñará un papel clave en este asunto, ya que se encargará de forjar un acuerdo sobre cualquier futuro paquete de sanciones contra Rusia, que requiere de la unanimidad de los Veintisiete (la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, avanzó hace unas semanas que se está preparando un noveno paquete de sanciones, con el sector minero ruso como uno de sus objetivos).
- Cerrar un pacto común de migración y asilo. La cantidad de migrantes irregulares que llegan a suelo europeo a través de los Balcanes Occidentales ha experimentado una subida este último año, con un aumento del 168% en el número de entradas según la agencia europea de fronteras Frontex, cifras no vistas desde la crisis de los refugiados de 2015. La Comisión Europea pidió a principios de este mes de diciembre a los Estados miembros que adopten un pacto común de migración y asilo, pero las posturas de los países se han mantenido más o menos encasilladas desde el inicio de los debates hace siete años. Esta incapacidad para encontrar un consenso ha convertido a la migración en el talón de Aquiles de la UE, cuestión que tendrá que tratar de resolver el Gobierno de Suecia.
- Liberalizar el comercio europeo. La Presidencia sueca deberá velar por que el comercio desde Ucrania hasta la UE continúe fluyendo sin trabas, además de acabar con el retraso en los acuerdos comerciales de la Unión que todavía esperan el visto bueno de la Eurocámara y de los países europeos para entrar en vigor, incluidos los pactos con Nueva Zelanda, Chile y México. También tendrá que impulsar conversaciones comerciales con Australia, Indonesia e India y avanzar en la firma del acuerdo del bloque con los países del Mercosur.
- Hacer frente a la revisión de la legislación farmacéutica europea de la Comisión Europea, que verá la luz previsiblemente en el primer trimestre de 2023. Es la primera vez en 20 años que la UE actualiza su normativa farmacéutica básica, por lo que se prevén enfrentamientos en torno a los intentos de cambiar el actual sistema de incentivos o las medidas para facilitar el acceso equitativo a los medicamentos.
- Abordar el Espacio Europeo de Datos Sanitarios, que cambiará radicalmente la forma en que pacientes, investigadores y legisladores acceden y utilizan los datos sanitarios. La Comisión estima que esta nueva regulación aportaría 11.000 millones de euros a la economía de la UE y facilitaría el acceso a la atención sanitaria transfronteriza. El organismo comunitario presentó su propuesta en mayo de este año y los suecos tendrán que decidir cómo se pueden utilizar estos datos para la investigación y la elaboración de normas. A pesar de que existe un amplio consenso al menos en las voluntades políticas expresadas, las negociaciones se prevén muy técnicas.
- Reducir la dependencia energética de la UE. Es probable que la recta final de la reforma del mercado de la electricidad y las directivas sobre energías renovables y eficiencia energética queden en manos de los suecos, tras haber superado múltiples rondas de negociaciones interinstitucionales durante el mandato checo.
- Desarrollar la Ley de Inteligencia Artificial, que aumente la protección de los ciudadanos frente al uso de tecnologías no controladas. La Presidencia sueca tendrá que esperar al posicionamiento del Parlamento y negociar un texto final a tres bandas entre los eurodiputados, el Consejo y la Comisión. Si lo consigue, la UE contará con la primera regulación del mundo en esta materia.
- Progresar en la revisión de la Directiva sobre el Uso Sostenible de Plaguicidas. Las negociaciones sobre esta norma en el Consejo y el Parlamento Europeo no han avanzado mucho desde que el Ejecutivo comunitario presentó la propuesta en junio. El objetivo del reglamento es reducir a la mitad su uso para 2030 y convencer a los agricultores de que utilicen los plaguicidas solo como último recurso.
- Cerrar el acuerdo con los países miembros para restringir los estándares de las emisiones de CO2 en todos los vehículos. El gran obstáculo a superar es el enorme peso que la industria europea del automóvil tiene en la economía y el empleo de la Unión. El Parlamento Europeo y el Consejo debatirán en breve los detalles. Los suecos tendrán que propiciar una posición de consenso entre los Veintisiete antes de que finalice su Presidencia.
- Avanzar en la Ley Europea de Libertad de los Medios de Comunicación. La norma se encuentra en la fase inicial de debate entre el Parlamento y los Estados miembros (tras su aprobación será de obligado cumplimiento en todos los países) y es considerada como una de las prioridades de la Presidencia sueca. Más allá de la oposición de Polonia y Hungría a la ley, otros países como Alemania y Austria también han cuestionado la legitimidad de Bruselas para establecer normas europeas que protejan el periodismo independiente.