El próximo día 22 de septiembre los ciudadanos alemanes acuden a las urnas para elegir la composición del Parlamento, del cual saldrá electo el Canciller. En un contexto marcado por el crecimiento económico y la popularidad de Ángela Merkel, un cambio en la cancillería parece improbable. Sin embargo, con un sistema electoral que prácticamente impide lograr una mayoría absoluta, será necesario formar alianzas. Debido a ello, la pregunta más común no es quién gobernará, sino con quién gobernará Merkel.
I. Los Partidos Políticos.
La política federal alemana está dominada por la presencia de cinco partidos políticos principales.
La Unión Demócrata Cristiana (CDU), que forma un único grupo parlamentario con la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU), es un partido de tradición conservadora dominado por Merkel. Lleva en el gobierno desde 2005 y todas las encuestas apuntan a que obtendrá la mayoría con una intención de voto ligeramente superior al 40%.
El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) es el principal partido de centro-izquierda. Las reformas introducidas durante su último gobierno en 2003 para recuperar competitividad fueron entendidas como un giro neoliberal, dando lugar a una debacle electoral que llevó en 2009 al peor resultado de su historia con un 23% del voto. A pocos días de las elecciones las encuestas auguran un 25% de votos.
El Partido Liberal Democrático (FDP) es un partido clave en un sistema que obliga a formar alianzas. El FDP ha formado numerosos gobiernos tanto con el SPD como con la CDU. Desde 2009 gobiernan con la CDU tras obtener un 14,6%, pero los límites impuestos por Merkel a sus promesas neoliberales y sus continuos enfrentamientos con la CSU les han hecho caer al 5,4%.
La Alianza 90/Los Verdes (Grüne), formación nacida en 1993 fruto de la unión entre Los Verdes y Alianza 90, es, a pesar de sus orígenes radicales, un partido moderado que cada vez atrae más a las clases medias-altas. Este grupo formó gobierno con Schröder y no ha dejado de crecer hasta el punto de que podría consolidarse como la tercera fuerza tras su victoria en Baden-Württemberg en 2011. Las encuestas le dan un 11,4% de los votos.
La Izquierda (Linke) es una formación postcomunista surgida en 2007 con la fusión del Linkspartei, heredero del partido revolucionario de la RDA, y la WASG, sector del PSD escindido a raíz de la Agenda 2010. Este partido contó con un prometedor inicio que le llevó en 2009 a obtener un 11,9%, pero ahora las encuestan le dan un 8,3%.
Junto a estos partidos, existen otros minoritarios que, según los sondeos, no alcanzarán el 5% de votos necesario para estar en el Parlamento. Entre ellos destaca Alternativa para Alemania (AfD), partido de corte populista y contrario al Euro que no ha conseguido llegar al público como ha ocurrido en otros lugares. Las encuestas les dan un 3% de los votos.
II. Juego de Alianzas
Este complejo sistema electoral fue diseñado en 1949 para dispersar el poder y limitar la presencia de grupos minoritarios. Fruto de ello, las elecciones tienden a dar paso a un enrevesado juego de alianzas para formar gobierno.
Las negociaciones de este año estarán marcadas por la popularidad de la Canciller y parece improbable formar un gobierno sin ella. Su prioridad es mantener su alianza con el FDP, pero esta posibilidad puede verse amenazada si los liberales no consiguen alcanzar el 5%. Otra posibilidad es una coalición de la CDU con el Grüne tras el anuncio del cierre de las centrales nucleares alemanas por parte de Merkel. Además de estas alianzas con los partidos bisagra, existe una tercera que es la preferida por la mayoría de los alemanes. Se trata de la Gran Coalición entre la CDU y el SPD que ya gobernó durante la primera legislatura de Merkel y es vista como un tándem equilibrado entre el liderazgo de Merkel y las posiciones más progresistas del SPD.
Según los sondeos, una coalición entre los partidos de la actual oposición no parece factible al no alcanzar el 45,7% de la CDU-FDP.
Estas aparecen como las opciones más probables para formar gobierno, pero son cábalas basadas en unos sondeos que cada vez tienen más problemas para medir la intención de voto por fenómenos como la creciente apatía política o la aparición de nuevos partidos –Piraten y AfD – que incrementan el voto oculto.
III. Alemania en Europa
Se ha especulado en toda Europa sobre las posibles consecuencias de estas elecciones, pero, según los sondeos y los temas que han dominado la campaña, no se deben esperar grandes cambios.
A nivel europeo, las elecciones son esperadas como el punto de inflexión que puede poner fin a actitud reactiva de Merkel y relajar la austeridad. El problema es que estas expectaciones están lejos de los deseos de la mayoría de la sociedad alemana. Además, la política exterior alemana se basa en consensos entre los principales grupos y tan solo Die Linke ha votado en contra de la CDU. De hecho, es interesante que el SPD no sólo apoya y comparte la política europea de la CDU, sino que fue quien insistió en la quita de los depósitos chipriotas durante el rescate. Sin embargo, la Gran Coalición podría ayudar a Merkel a disimular un abandono paulatino de la austeridad e influirle para avanzar hacia alguna forma de mutualización de la deuda.
La UE se encuentra en un momento crucial pero parece que las elecciones alemanas no tendrán tanta influencia como se esperaba. De hecho, la UE apenas ha tenido presencia en una campaña en clave nacional centrada en el modelo socioeconómico. La CDU ha basado su campaña en mostrar el crecimiento económico y las bajas tasas de desempleo con una oposición centrada en criticar un modelo económico que ha incrementado las desigualdades sociales y la pobreza. Por ello, una gran coalición se antoja como la mejor opción para mantener el liderazgo de Merkel tratando de lograr una mayor justicia social con una reducción de los mini-jobs, una descongelación salarial, una reforma de la seguridad social e, incluso, la instauración de un salario mínimo.