El día 5 de noviembre se celebran elecciones a la alcaldía de Nueva York poniendo fin a 12 años de gestión de Michael Bloomberg. El nuevo alcalde tendrá que gestionar un presupuesto de más de 50 mil millones de euros y una ciudad con más de 8 millones de habitantes que ha de hacer frente a numerosos retos. En las próximas semanas analizaremos en el blog de MAS Consulting las claves del proceso de elección de uno de los cargos políticos más importantes de Estados Unidos.
El día 1 de enero de 2014, la Era Bloomberg tocará a su fin. Tras tres legislaturas marcadas por la resaca de la burbuja punto.com, los ataques del 11 de septiembre y la crisis financiera, el multimillonario alcalde de Nueva York dejará atrás una herencia que divide a los neoyorquinos (Según una encuesta del New York Times, el 46% de los neoyorquinos valora su gestión como positiva mientras que para el 52% no pasa del suficiente) y determina los temas más importantes en la carrera para relevarle.
Gracias a una fortuna personal valorada en 20 mil millones de euros, Bloomberg ha sufragado sus propias campañas electorales lo que le ha permitido construir una imagen de político independiente, aunque muchos consideran que esto reduce la calidad democrática del proceso y le acusan de “comprar el cargo”.
Muchos han sido sus logros y fracasos. Las tasas de criminalidad han caído a niveles de hace más de cuatro décadas asociada a la táctica del “stop and frisk”, una política de detenciones y cacheos preventivos espontáneos para retirar las armas de las calles. Numerosas voces se han alzado contra esta política tachada de discriminatoria e, incluso, un tribunal de Nueva York la ha declarado inconstitucional por violar dos enmiendas y discriminar a las minorías.
A pesar de ser el epicentro de la crisis financiera y sufrir graves daños por el huracán Sandy, Bloomberg ha sido capaz de mantener el crecimiento económico de la ciudad por encima de la media nacional sin romper el equilibrio presupuestario. Sin embargo, las desigualdades sociales han aumentado y los precios de la vivienda no han dejado de crecer. Además, no ha sido capaz de lograr un acuerdo con los trabajadores públicos para renovar el convenio salarial y buscar un modelo sostenible de pensiones que resultará en una verdadera bomba de relojería para el nuevo alcalde.
Uno de los emblemas de Bloomberg han sido sus medidas para cambiar el comportamiento de los ciudadanos hacia formas de vida más saludables. Fue pionero en la prohibición de fumar en bares, restaurantes y parques públicos, introdujo reformas para fomentar el uso del transporte público y las bicicletas, y ha tratado de favorecer una alimentación más saludable.
Pese a la popularidad de algunas de estas medidas, muchos ciudadanos consideran que el “alcalde niñero” ha ido demasiado lejos y sus políticas para mejorar la salud de los ciudadanos no pueden compensar el cierre de más de una decena de hospitales. Finalmente, otro de los temas más candentes de la campaña, y también uno de los mayores fracasos de Bloomberg, es la transformación del sistema educativo de la ciudad con un modelo de escuelas concertadas que no ha conseguido superar los problemas del pasado.
Con todo ello, es innegable que Bloomberg se ha erigido en una figura tan influyente que, a pesar de su ausencia, condicionará claramente la campaña para sucederle. Parece que Nueva York quiere un alcalde más centrado en los problemas de la clase media.
La Era Post-Bloomberg ha comenzado.