PABLO SANCHEZ CHILLON 2015Pablo Sánchez Chillón, abogado y CEO de Eolexcitylab, fue alumno de la cuarta edición del Postgrado de Dirección de Asuntos Públicos (PDAP). Después de su participación en el programa reconoce la utilidad de los conocimientos aprendidos en su día a día profesional y afirma que un buen profesional del lobby debe tener una fuerte cultura institucional, una natural discreción y “una buena dosis de inteligencia emocional”, entre otras cualidades.

En esta entrevista, Sánchez Chillón explica por qué decidió cursar el PDAP, qué destacaría del programa y qué modificaría de la profesión en España:

¿Por qué decidió cursar el PDAP?
En mi caso, vengo desarrollando mi actividad profesional privada como abogado y asesor de empresas e instituciones desde hace ya más de una década. Mi interés en el PDAP nació de la necesidad de confrontar mi propia experiencia con la de otros profesionales y expertos, dotando de una mejor estructura y de mayor rigor y método mi propio desempeño como profesional de la representación de intereses de terceros. Además, mi rol como director de un equipo de consultores en el ámbito de la innovación urbana y mi trabajo como conferencista y docente en estos ámbitos me obliga a entender de manera óptima los contextos públicos y privados en los se desenvuelve mi labor profesional y creo que lo aprendido en el PDAP ha resultado de enorme utilidad para ello.

 ¿Cómo ha aplicado los conocimientos adquiridos en el PDAP en su vida profesional?
Una de las cuestiones de la que más satisfecho estoy transcurrido ya un tiempo desde que acabé el Postgrado es haber logrado aplicar los conocimientos adquiridos en el ámbito de los asuntos públicos al entorno específico de la definición de estrategias de advocacy e influencia al servicio de las ciudades y los intereses de naturaleza urbana, un campo menos conocido y estructurado para la representación de intereses, pero muy rico en matices y oportunidades.

¿Qué características debe tener un profesional de los asuntos públicos en su sector?
Creo que los que se exigiría a cualquier persona que se desempeñe por cuenta propia en el ámbito privado de la prestación de servicios profesionales (seriedad, honestidad, confianza, formación académica) pero además, añadiría capacidades de observación y analíticas especiales, visión transversal de los contextos de toma de decisiones e influencia, fuerte cultura institucional, una natural discreción y capacidades diplomáticas, así como sólidas habilidades en materia de comunicación y negociación, amén del necesario autocontrol y buenas dosis de inteligencia emocional. Es casi una carta a los Reyes Magos.

¿Qué aspectos cambiaría de la representación de intereses en España?
Al margen de la conocida exigencia de una regulación legal de la profesión y de los necesarios avances en cuestiones como la transparencia y la trazabilidad, cuestiones de orden estructural y jurídico. El sector debería apostar por la formación específica de sus profesionales y por sacudirse los no pocos complejos y servidumbres que caracterizan hoy el relato de la profesión en nuestro país y que obligan a no pocos actores de la representación de intereses a trabajar en situación de impostura y melancolía permanentes, enmascarados tras otros roles profesionales. Confundir discreción y secreto profesional con ausencia de autoestima o voluntario extrañamiento profesional erosiona la credibilidad individual y, por extensión, la del sector. En este sentido, en una sociedad como la actual, caracterizada por una saludable y creciente demanda de transparencia y en la que la rendición cuasi-inmediata de cuentas y la proliferación de actores presionando de modo legítimo para definir las agendas públicas y de gobierno se han convertido en elementos esenciales del paisaje, la verdadera utilidad social de las profesiones vinculadas a la representación de intereses se percibirá cuando dejen de existir zonas de sombra sobre la acción de lobbying y el ejercicio de la influencia, lo que obligará a un necesario esfuerzo de profesionalización y a un impulso en materia de comunicación para el sector, hoy notablemente mejorable.

¿Qué destacaría del PDAP?
En primer lugar, y más allá del indiscutible rédito formativo, del excelente grupo de compañeros con los que sigo manteniendo una sólida relación humana y profesional y de la valiosa cercanía y accesibilidad de docentes y ponentes, para mí el PDAP supuso el descubrimiento, en clave identitaria, de la existencia de un rico ecosistema de profesionales vinculado a la representación de intereses en múltiples ámbitos de la vida económica e institucional del país, de los que he podido aprender muchas cosas y con los que me he aventurado a desarrollar, tras compartir horas de cualificada convivencia en el PDAP, nuevos proyectos e iniciativas en el ámbito de la reputación, la Diplomacia Urbana y la influencia territorial, que me resultan especialmente queridos. Por otro lado, y al margen de pequeños ajustes de los que ningún Programa está exento, el PDAP descansa, en buena medida, en la experiencia y los conocimientos aplicados del profesorado y el alumnado, por lo que resulta especialmente práctico y en todo caso, de mayor utilidad para profesionales y directivos con cierto recorrido y experiencia en el desempeño de sus tareas, capaces de comprometerse con un programa intensivo como éste.

El PDAP en una frase…
Una atalaya para (y por) la influencia y el mérito de un programa pionero.


Sexta edición del Postgrado de Dirección de Asuntos Públicos

El próximo 19 de febrero dará comienzo la sexta edición del Postgrado de Dirección de Asuntos Públicos (PDAP). Todos los interesados en participar en este programa pueden consultar toda la información sobre las sesiones, los profesores, los objetivos, la matrícula y el proceso de inscripción (todavía abierto) aquí.