Tradicionalmente los sistemas electorales se pueden clasificar en tres grandes familias: mayoritarios, proporcionales y mixtos. Cada uno cuenta con sus particularidades relacionadas con cuatro pilares básicos, que determinan el modo de votar, la forma de repartir los escaños y la presentación de los candidatos. Factores que, en muchos países, reciben numerosas críticas por considerarse desproporcionados o “injustos” para algunas regiones.

Estas son los elementos clave que determinan un sistema electoral:

1. Magnitud de la circunscripción electoral: lo más importante no es el tamaño físico de las circunscripciones, si no su magnitud. Es decir, el número de escaños que se pueden elegir en cada una.

Existen dos grandes grupos: las circunscripciones uninominales, en las que se elige un solo escaño, y las plurinominales, en las que se eligen dos o más. Además la plurinominales se consideran de baja magnitud cuando hay entre dos y cinco escaños en juego, de magnitud media cuando son elegibles de seis a diez representantes y de magnitud alta cuando se eligen más de 10 escaños.

2. Umbral o barrera electoral: los umbrales electorales son un porcentaje mínimo de votos que se exige para que un partido político pueda optar a un escaño. Si no se supera ese mínimo el partido no podrá tener ningún representante.

3. Forma de presentar las candidaturas: los candidatos se pueden presentar de forma individual o formando parte de una lista, que es lo más habitual. Dentro de las distintos tipos de listas, éstas pueden ser bloqueadas, no pudiéndose alterar la composición de la lista, ni el orden de aparición de los candidatos.

También existen listas cerradas pero no bloqueadas, en las que no se pueden introducir nuevos candidatos, pero sí se pueden ordenar conforme a las preferencias del elector. Finalmente, existen listas abiertas que permiten que se elijan candidatos de distintas listas o alterar el orden de una lista.

4. Fórmulas electorales: son las fórmulas que nos permiten traducir los votos de los ciudadanos en escaños y nos ayudan a decidir el vencedor de las elecciones.

Hay dos grandes tipos, las fórmulas mayoritarias y las fórmulas proporcionales. Las primeras se caracterizan porque, para obtener los escaños en juego, es necesario obtener la mayoría, absoluta o relativa, de los votos en esa circunscripción. Mientras que, las segundas asignan los escaños en proporción a los votos obtenidos por cada candidatura.

Además dentro de las fórmulas proporcionales hay distintos procedimientos, agrupados en: procedimientos del divisor, como la fórmula D’Hondt o la de Saint Laguë, y procedimientos del cociente, como la cuota Hare, Droop o Imperiali.