Cuarenta años después de que el presidente Richard Nixon renunciara a su cargo antes de enfrentarse a un juicio político por abuso de poder y varios actos delictivos, se vuelven a desatar en Estados Unidos mitos sobre el impeachment, la capacidad de procesar (y juzgar) a un alto cargo público que ostenta el poder legislativo del país.
A lo largo de la historia, además del nunca celebrado juicio de Nixon, dos presidentes se han enfrentado a la Cámara: Adrew Johnson, en 1868, acusado de nombramientos ejecutivos inconstitucionales, mal uso de los fondos y violar la ley federal, y Bill Clinton, en 1998, por mentir bajo juramento y engañar al gran jurado sobre su relación con una becaria de la Casa Blanca.
Ante las dudas sobre este poder del Congreso, The Washington Post ha publicado un artículo en el que se detallan y explican varios mitos sobre la táctica del impeachment. Estas son las principales ideas:
- Las causas que derivan en un juicio político no son cualquier causa por la que el Congreso se decida en mayoría. A un presidente se le quiere acusar por mal uso de fondos, actos inconstitucionales, crisis internacionales, etc. Sin embargo, para iniciar un impeachment debe existir “traición, cohecho y cualquier otro acto delictivo grave”. La mayoría no justifica el poder que tiene la Cámara a acusar y juzgar a un alto cargo.
- Una falta grave o una violación de la confianza valdrían para iniciar un juicio político. Que un presidente tome decisiones impopulares no es motivo suficiente para juzgarlo, sin embargo, tampoco es necesario que viole una ley penal. Si hay malversación de fondos, nombramientos inconstitucionales o abuso de poder, ya se puede juzgar a un presidente.
- La impopularidad no es una ofensa acusable. Según una encuesta reciente de NBC News y The Washington Post, el presidente Obama ha alcanzado un nuevo mínimo de aprobación entre los ciudadanos (con un 40%). El presidente George Bush tuvo números similares durante su presidencia y otros tantos han llegado a cifras menores después de grandes crisis o conflictos. Pero el impeachment no es una herramienta para corregir los errores del votante, sino un mecanismo de control al poder Ejecutivo para velar por su buen funcionamiento y evitar el abuso de poder.