Esther Vargas.

 

Cada día, las portadas de prensa, las tertulias de radio y los informativos de televisión nos recuerdan, con decenas de ejemplos, lo mucho que cuesta levantar una imagen positiva de los políticos, las empresas o las instituciones y lo poco que se tarda en derribarla.

Gobierno y oposición, partidos de todas las tendencias, compañías grandes, medianas y pequeñas, instituciones, ONG… Nadie está salvo de una crisis de imagen. Y en estos tiempos en los que las informaciones y los rumores viajan cada vez más rápido a través de las redes sociales y los grupos de WhatsApp, esas crisis pueden acelerarse hasta hacerse incontrolables de manera casi instantánea.

Warren Buffett, el multimillonario inversor estadounidense conocido como el Oráculo de Omaha, dijo una vez que «se tarda 20 años en construir una reputación y solo cinco minutos en arruinarla». Hoy, sin embargo, esa fórmula se ha hecho todavía más extrema y los cinco minutos se han convertido en apenas cinco segundos.

Así lo explica Clark Dumont, especialista en comunicación, en un artículo en la publicación especializada New Hampshire Business Review. «Con la velocidad y el volumen de las redes sociales, los cinco minutos se han reducido a cinco segundos«, afirma. «Lo que en otros tiempos habría sido una fugaz tormenta pasajera puede transformarse ahora, rápidamente, en una auténtica tempestad para aquellas organizaciones que estén desprevenidas».

¿Cómo prepararse para evitar futuras tempestades? En las redes, la clave está en construir un colchón de credibilidad para nuestros partidos, empresas o instituciones. Los cimientos de la reputación se colocan cada día, y se trata de ir sembrando con perseverancia para recoger los resultados más adelante.

La coherencia, la sensatez y la autenticidad son valores esenciales a la hora de compartir mensajes desde los perfiles oficiales en Twitter, Facebook, Instagram o LinkedIn. De esa forma podemos evitar que, como avisa Dumont, nuestra reputación trabajada durante años pueda venirse abajo en segundos.